sábado, 8 de mayo de 2010

Aureliano (270-275)

Lucio Domicio Aureliano (9 de septiembre de 214 o 215 - septiembre u octubre de 275), emperador romano (270 - 275), fue el segundo de varios «soldados-emperadores» notablemente exitosos que ayudaron al Imperio romano a recuperar su poder durante la última parte del siglo III y comienzos del IV.

Durante su reinado, el imperio fue reunido en su integridad, después de quince años de rebelión, la pérdida de dos tercios de su territorio en favor de imperios separatistas (el Imperio de Palmira en Oriente y el Imperio Galo en Occidente) y devastadoras invasiones bárbaras. Sus éxitos comenzaron el fin de la crisis del siglo III en el Imperio.

El Imperio romano en el año 271 d. C., antes de las reconquistas del imperio de Palmira y el Imperio galo por Aureliano: en verde el imperio galo, en rojo el romano y en amarillo el de Palmira.Aureliano nació en Dacia ripensis o Sirmio (ahora Sremska Mitrovica, Serbia), hijo de una oscura familia de provincias; su padre era arrendatario de un senador de nombre Aurelio, que dio su nombre a la familia. Ya de joven se dedicó al ejercicio militar. De su juventud se sabe poco ya que se supone que las historias documentadas en la "Historia Augusta" no son ciertas. Estaba casado y tenía una hija. Aureliano sirvió como general en varias guerras, y su éxito al final hizo de él el hombre de confianza y dux equitum (comandante de caballería) del ejército del emperador Galieno.

En 268, su caballería derrotó de forma aplasstante a la poderosa fuerza de caballería de los godos en la batalla de Naiso y y quebró el núcleo de la más temible invasión del territorio romano desde Aníbal. Según una fuente, Aureliano participó en el asesinato de Galieno (268), y apoyó a Claudio II en la púrpura. Claudio fue designado emperador y nombró Aureliano como dux equitum, jefe de la caballería.

Dos años más tarde, tras la muerte de Claudio, su hermano Quintilo se hizo con el poder con el apoyo del Senado. Con un acto típico de la Crisis del siglo III, el ejército rechazó reconocer al nuevo emperador, prefiriendo apoyar a uno de sus propios comandantes: las legiones de Sirmio que comandaba Aureliano lo declararon emperador en septiembre de 270. Regresó a Roma la capital del Imperio.

Aureliano derrotó a las tropas de Quintilo, y fue reconocido emperador por el Senado después de la muerte de Quintilo. La pretensión de que Aureliano fue elegido por Claudio en su lecho de muerte puede descartarse como propaganda; más tarde, probablemente en 272, Aureliano situó su propio dies imperii en el día de la muerte de Claudio, con lo que consideraba implícitamente a Quintilo como un usurpador.

Con su base de poder asegurado, ahora volvió su atención a los más graves problemas de Roma — recuperar los vastos territorios perdidos en las dos décadas precedentes, y reformar la res publica.

En 248, el emperador Filipo había celebrado el milenio de la ciudad de Roma con grandes y caras ceremonias y juegos, y el imperio había dado una prueba tremenda de confianza en sí mismo. En los años siguientes, sin embargo, el imperio tenía que aguantar la tremenda presión de enemigos externos, mientras que, al mismo tiempo, peligrosas guerras civiles amenazaban el imperio desde dentro, con un gran número de usurpadores debilitando la fuerza del estado. También el sustrato económico del estado, la agricultura y el comercio, sufrían de las perturbaciones causadas por la inestabilidad. Además de todo ello una epidemia atravesó el Imperio alrededor del año 250, disminuyendo en gran medida los recursos humanos tanto para el ejército como para la agricultura. El resultado final era que el imperio no podía soportar el golpe de la captura del emperador Valeriano en 260: las provincias orientales encontraron a sus protectores en los gobernantes de la ciudad de Palmira, en Siria, cuya autonomía creció hasta formarse el imperio de Palmira, una entidad separada del imperio romano, con éxito frente a la amenaza persa; las provincias occidentales, aquellas que quedaban frente al limes del Rin se separó, formando un tercer estado autónomo dentro de los territorios del imperio romano, que es actualmente conocido como el imperio galo; el emperador, en Roma, estaba ocupado con las amenazas interiores a su poder y con la defensa de Italia y los Balcanes. Esta era la situación a la que se enfrentaron Galieno y Claudio, y los problemas a los que Aureliano tenía que enfrentarse a comienzos de su gobierno.

Las primeras acciones del nuevo emperador se dirigieron al fortalecimiento de su propia posición en sus territorios. Tras haber subido al trono, Aureliano tuvo que continuar con los conflictos bélicos que habían surgido en la época de Claudio II. Pudo terminar en un plazo breve una guerra contra los godos. A finales de 270, Aureliano hizo campaña en el norte de Italia contra los jutungos, sármatas y vándalos que constantemente intentaban cruzar el Danubio. Aureliano pudo cortar y derrotar varias de estas invasiones, expulsándolos del territorio romano. Para conmemorar estas victorias, Aureliano recibió el título de Germanicus Maximus.

La autoridad del emperador fue desafiada por varios usurpadores — Septimio, Urbano, Domiciano y la rebelión de Felicísimo — quienes intentaron explotar el sentimiendo de inseguridad del imperio y la abrumadora influencia de los ejércitos en la política romana. Aureliano, siendo un comandante experimentado, era consciente de la importancia del ejército, y su propaganda, conocida a través de sus monedas, muestran que deseaba el apoyo de las legiones.

La carga de los bárbaros del norte no había acabado, sin embargo. En 271, los alamanes se trasladaron hacia Italia, entrando en la llanura del Po y saqueando los pueblos; ellos pasaron el río Po, ocuparon Placentia y marcharon hacia Fano. Aureliano, que estaba en Panonia para controlar la retirada de los vándalos, rápidamente entró en Italia, pero su ejército fue derrotado en una emboscada cerca de Placentia (enero del año 271). Cuando las noticias de la nueva derrota llegó a Roma, hubo gran temor por la llegada de los bárbaros. Pero Aureliano atacó a los alamanes acampados cerca del río Metauro, derrotándolos en la batalla de Fano, y los forzó a cruzar de nuevo el río Po; Aureliano finalmente los aplastó en Pavía. Por esto, recibió el título Germanicus Maximus. Los romanos seguían percibiendo a los germanos como una amenaza, y por ello Aureliano decidió fortalecer Roma con un muro, la Muralla Aureliana, para protegerla de los ataques bárbaros. Las obras empezaron en 271 y se terminaron bajo el mandato de Probo.

El emperador guió a las legiones hasta los Balcanes, donde derrotó y aplastó a los godos más allá del Danubio, asesinando al líder godo Canabaudo, y asumiendo el título de Gothicus Maximus. Sin embargo, decidió abandonar la provincia de Dacia, en la expuesta ribera septentrional del Danubio, que era demasiado difícil y cara de defender. Reorganizó una nueva provincia de Dacia al sur del Danubio, dentro de la anterior Mesia, llamada Dacia Ripensis, con Serdica de capital.

Aureliano, personificación del Sol, derrota al imperio de Palmira, y celebra ORIENS AVG, el Sol Naciente Augusto.En 272, Aureliano prestó atención a las pérdidas provincias orientales del Imperio, el llamado «imperio de Palmira» gobernado por la reina Zenobia desde la ciudad de Palmira. Era peligroso el intento de Zenobia de separar el reino de Palmira, pues logró controlar una buena parte del este del imperio. El reino de Palmira con su reina Zenobia se extendía desde Egipto hasta Asia Menor, abarcando Siria-Palestina, Egipto y amplios territorios en Asia Menor. Al principio, Aureliano había sido reconocido como emperador, mientras que Vabalato, el hijo de Zenobia, disfrutaba del título de rex e imperator («rey» y «comandante militar supremo»), pero Aureliano decidió invadir las provincias orientales en cuanto se sintió suficientemente fuerte.

En contra de lo esperado no hubo demasiados problemas en la campaña militar. Los romanos casi no encontraron resistencia en Asia menor; todas las ciudades salvo Bizancio y Tiana se rindieron con escasa resistencia. La caída de Tiana dio lugar a una leyenda; Aureliano hasta entonces había destruido cada ciudad que se le resistió, pero no hizo lo mismo con Tiana después de tener una visión del gran filósofo del siglo I Apolonio de Tiana, a quien respetaba muchísimo, en su sueño. Apolonio le rogó, diciendo: «Aureliano, si deseas gobernar, ¡abstente de la sangre del inocente! Aureliano, si conquistas, ¡sé misericordioso!» Por la razón que fuera, Aureliano salvó a Tiana. Dio resultado; muchas más ciudades se sometieron al ver que el emperador no se vengaría de ellos.

Egipto se rindió sin luchar; es posible que la biblioteca de Alejandría fuese destruida en el ataque. Aureliano pudo ganar las únicas tres batallas importantes cerca de Inmae, Emesa y Palmira.

Durante el asedio de Palmira, Zenobia intentó huir para refugiarse con los persas pero fue descubierta y capturada por los romanos. El «imperio de Palmira» ya no existía. Al final, Zenobia y su hijo fue capturado y se vieron obligados a caminar en las calles de Roma durante su triunfo. En los meses posteriores hubo varios levantamientos en los territorios ocupados que fueron sofocados por Aureliano sin piedad. Después de un breve choque con los persas y otro en Egipto contra el usurpador Firmo, se vio obligado a regresar a Palmira en 273 cuando la ciudad se rebeló de nuevo. Esta vez, Aureliano permitió a sus soldados saquear la ciudad, y Palmira fue destruida completamente. De esta manera tuvo más honores; fue conocido entonces como Parthicus Maximus y Restitutor Orientis («Restaurador del Este»).

En 274, Aureliano se preparó para recuperar el imperio galorromano, que ya había quedado reducido en su tamaño por Claudio II. Aureliano triunfó en esta campaña en gran medida a través de la diplomacia; el «emperador galo» Tétrico estaba deseando abandonar su trono y permitir a la Galia y Britania regresar al imperio, pero no podía someterse abiertamente a Aureliano. Por ello se produjo un acontecimiento que resultó extraño. El emperador Tétrico se refugió con Aureliano para protegerse frente a las constantes luchas y levantamientos en su territorio. Parece ser que Aureliano y Tétrico conspiraron de manera que cuando los ejércitos se encontraron en Châlons-en-Champagne aquel otoño, Tétrico simplemente se pasó al campamento romano y Aureliano fácilmente derrotó al ejército galo que se le enfrentaba. Así, el imperio galorromano fue reintegrado en el imperio romano en el año 274.

Tras sus victorias militares, Aureliano organizó una marcha triunfal en Roma. Tétrico y Zenobia fueron expuestos como cautivos para demostrar la fuerza recuperada del imperio. Tras un breve período de cautividad Tétrico fue puesto en libertad y desempeñó altos cargos en la magistratura romana.

Por salvar la unidad del imperio cuando ésta parecía perdida Aureliano obtuvo su último título honorífico del Senado, Restitutor Orbis («Restaurador del mundo»). En cuatro años, había asegurado las fronteras del imperio y lo reunificó, otorgando al imperio un nuevo período de doscientos años de disfrute.

Aureliano fue un reformador, y estableció muchas importantes funciones del aparato imperial, incluyendo la economía y la religión. También restauró muchos edificios públicos, reorganizó la administración de las reservas de comida, fijó piezas de los bienes más importantes, y persiguió las conductas ilegales de cargos públicos.

Aureliano fortaleció la posición del dios del Sol, Sol (Invictus) u Oriente, como la principal divinidad del panteón romano. Su intención era dar a todos los pueblos del imperio, civiles o soldados, occidentales u orientales, un solo dios en quien ellos podrían creer sin traicionar a sus propios dioses. El centro del culto era un nuevo templo, construido en 271 en Campus Agrippae en Roma, con grandes decoraciones financiadas por el botín del imperio de Palmira. Aureliano no persiguió otras religiones. Sin embargo, durante su breve gobierno, parecía seguir el principio de «un dios, un imperio», que más tarde adoptó en plenitud el emperador Constantino. En algunas monedas, aparece con el título deus et dominus natus («Dios y gobernante nato»), también más tarde adoptado por Diocleciano. Lactancio argumenta que Aureliano podría haber prohibido todo el resto de los dioses si hubiera tenido tiempo suficiente.

Aureliano fue un comandante militar y durante su reinado trató de mantener la lealtad de las legiones. Esta moneda celebra la CONCORDIA MILITVM, "armonía entre los soldados". Irónicamente, fue la guardia pretoriana que asesinó a Aureliano.Aureliano apoyó la extensión del culto de Mitras, procedente de Oriente y que tenía muchos seguidores entre los soldados. Los dioses antiguos perdieron mientras tanto en importancia. El 25 de diciembre de 274 los romanos celebraron por primera vez la Fiesta del Sol Invictus, haciéndola coincidir con las tradicionales fiestas Saturnales , sin embargo la fecha de la Natividad de Jesús había sido fijada anteriormente en un 25 de Diciembre por el Historiador Sexto Julio Africano en su obra histórica escrita en el año 221 D.C, fusionando dicho nacimiento con el Solsticio de invierno del calendario juliano, por lo que existe cierta polémica sobre si el cristianismo adoptó la fecha de esa fiesta pagana, o si fue el emperador Aureliano el que fijó esa fecha para hacer frente al avance del cristianismo. Se acuñaron monedas con la inscripción "SOL DOMINVS IMPERII ROMANI" (El sol, señor del imperio romano) donde Aureliano se propagaba como sumo representante del dios sol en la tierra.

El reinado de Aureliano vio la única revuelta de los acuñadores de moneda. Habían sido acusados repetidas veces de corrupción y se alzaron en venganza. El rationalis Felicísimo, acuñador en Roma, se alzó contra Aureliano. La revuelta parece haber sido causada por el hecho de que los acuñadores, y Felicísimo, el primero de ellos, estaban acostumbrados a robar la plata usada para las monedas y producir monedas de calidad inferior. Aureliano quería eliminar esta práctica, y sometió a juicio a Felicísimo. El rationalis incitó a los acuñadores a rebelarse: la rebelión se extendió por las calles, incluso aunque parece que Felicísimo fue rápidamente asesinado, posiblemente ejecutado. La rebelión de Palmira en Egipto probablemente había reducido el abastecimiento de cereal a Roma, haciendo que cundiera la desafección entre la población respeto al emperador. Este levantamiento fue apoyado incluso por algunos senadores, probablemente aquellos que habían apoyado la elección de Quintilo, y así tenían algo que temer de Aureliano.

Aureliano suprimió la revuelta con la ayuda militar, ordenando a las cohortes urbanas, reforzadas por algunas tropas regulares del ejército imperial, que atacaran a la masa rebelde: la batalla resultante, que tuvo lugar en la Colina de Celio, marcó el final de la revuelta, aunque a un alto precio (algunos historiadores dan la cifra, probablemente exagerada, de 7.000 víctimas mortales en ambos bandos). La mayor parte de los rebeldes fueron ejecutados; algunos de los senadores rebeldes fueron muertos. La ceca de Roma fue cerrada temporalmente, y la creación de otras cecas hizo que la principal ceca del imperio perdiera su hegemonía.

Su reforma monetaria incluyó la introducción del antoniniano que contenía un 5% de plata. Este tipo de moneda de alta calidad recuperaba la confianza de los ciudadanos en el sistema monetario. Los antoninianos llevaban la marca XXI (o su forma en numerales griegos KA), que significa que veinte de tales monedad contenían la misma cantidad del antiguo denario de plata. Considerar que esto era una mejora en relación con la situación precedente da una idea de la severidad de la situación económica a la que se enfrentaba Aureliano. El emperador luchó por reintroducir una nueva moneda «buena» retirando todas las antiguas monedas «malas» anteriores a su introducción. Se aprovechó del dinero recaudado en las provincias recuperadas que fluía a las arcas estatales. Con esta fuerza financiera pudo atacar la corrupción omnipresente. También reformó las leyes sobre comercio y agricultura ayudando a recuperar estos sectores.

Ulpia Severina, esposa de Aureliano y Augusta desde 274. Tenía el título de mater castrorum et senatus et patriae, típica de las mujeres de la dinastía Severa, Severina posiblemente gobernó sola entre la muerte de Aureliano y la elección de Tácito, siendo así la única emperatriz romana que gobernaba por poder propio.En 275, Aureliano marchó hacia Asia menor, preparando otra campaña contra los sasánidas: la muerte de los reyes Sapor I (272) y Ormuz I (273) en rápida sucesión, y la subida al poder de un gobernante debilitado (Bahram I), suscitó la posibilidad de atacar al imperio sasánida. De camino, el emperador reprimió una revuelta en la Galia — posiblemente conta Faustino, un oficial o usurpador de Tétrico — y derrotó a los merodeadores bárbaros en Vindelicia (Alemania).

Sin embargo, Aureliano nunca llegó a Persia, pues fue apuñalado mientras esperaba en Tracia para pasar a Asia menor. Como administrador, Aureliano había sido muy estricto e impuso severos castigos a oficiales o soldados corruptos. Un secretario de Aureliano (llamado Eros por Zósimo) había dicho una mentira en relación a un tema menor. Tenía miedo de lo que el emperador podría hacer, así que falsificó un documento que contenía la lista de los nombres de altos oficiales marcados por el emperador para ser ejecutados, y la mostró a sus colaboradores. El notarius Mucapor y otros oficiales de alto rango de la Guardia Pretoriana, temiendo el castigo del emperador, lo asesinaron en septiembre de 275, en Cenofrurio, Tracia (moderna Turquía).

Los enemigos de Aureliano en el Senado tuvieron breve éxito al lograr la damnatio memoriae del emperador, pero esto fue revocado antes de fin de año y Aureliano, como su predecesor Claudio II, fue deificado como Divus Aurelianus.

En el corto reinado de Aureliano se reunieron los fragmentos del imperio al mismo tiempo que salvaba a Roma de las invasiones bárbaras que habían alcanzado a la propia Italia. Su muerte le impidió la plena restauración de la estabilidad política y una dinastía duradera que pudiera acabar con el ciclo de asesinatos de emperadores y guerra civil que marcó este período. Incluso así, dirigió el imperio durante un período muy crítico en su historia y sin Aureliano, nunca habría sobrevivido a las invasiones y fragmentación de la década en la que reinó. Veinte años más tarde el reinado de Diocleciano restauraría plenamente estabilidad y el final de la crisis del siglo III. La mitad occidental sobreviviría otros dos siglos mientras que en el Este sobreviviría durante otro milenio.

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